Buenas a todos, mis queridos compatriotas, el tema es sencillo, contar alguna experiencia que hayáis tenido especial para vosotros en la niñez con la saga Pokémon o cualquier saga de Nintendo en general.
Empiezo yo con una:
Cuando tenía 10 años mis padres tras mucho insistir empezaron a darme una paga de 5 euros al mes (tenía 5 años y para mí eso era ya un logro), por lo que decidí ahorrarlo para comprar un juego de Nintendo, aunque no sabía cual. Entonces un día mi madre me pide prestado el dinero para una cosa, diciendo que me lo devolvería pronto. Como unas 2 semanas más tarde tuve una excursión con el colegio a una especie de parque de atracciones con ambientación de el lejano oeste, cowboys... Tenían atracciones, pero estaban todas cerradas, por lo que sólo dimos vueltas por ahí y habían montado una especie de tiroteo de vaqueros, con caballos y todo y nosotros lo vimos desde uno de los edificios de al lado como si fuéramos ciudadanos de aquel pueblo. Supongo que serían balas de fogueo o algo, pero cuando terminó la actuación nos dijeron que podíamos recoger las balas que quedaron por el suelo, y nosotros, que teníamos como 9-10 años pensábamos que eran de verdad. Me puse a buscar y literal vi como todo el mundo encontraba 3-4 mientras que yo ni una, pero justo al final cuando estábamos a punto de irnos vi una. Al llegar a casa, mi madre dice que tiene una sorpresa. Bueno, el caso es que yo en ese entonces estaba viendo mucho Inazuma Eleven en la televisión y no sabía que tenía videojuego, por lo que mi madre decidió comprarlo y añadir lo que me faltaba para pillarlo y me lo dio ese mismo día. Claro, yo, un niño, estaba flipando muchísimo, había conseguido una bala "de verdad", visto un tiroteo de vaqueros "real" y ahora tenía un juego de una de mis series favoritas en aquel entonces. El vicio que le pegué ese día fue increíble, creo que llegué como hasta el partido contra la Royal Academy porque me puse a explorar muchísimo y a intentar levear las stats de mis personajes, aunque probablemente no muy bien porque casi todo lo subí en velocidad. (VELOCIDAD GIO) Uno de los mejores días de mi niñez, aunque la anécdota sea pochilla.
Empiezo yo con una:
Cuando tenía 10 años mis padres tras mucho insistir empezaron a darme una paga de 5 euros al mes (tenía 5 años y para mí eso era ya un logro), por lo que decidí ahorrarlo para comprar un juego de Nintendo, aunque no sabía cual. Entonces un día mi madre me pide prestado el dinero para una cosa, diciendo que me lo devolvería pronto. Como unas 2 semanas más tarde tuve una excursión con el colegio a una especie de parque de atracciones con ambientación de el lejano oeste, cowboys... Tenían atracciones, pero estaban todas cerradas, por lo que sólo dimos vueltas por ahí y habían montado una especie de tiroteo de vaqueros, con caballos y todo y nosotros lo vimos desde uno de los edificios de al lado como si fuéramos ciudadanos de aquel pueblo. Supongo que serían balas de fogueo o algo, pero cuando terminó la actuación nos dijeron que podíamos recoger las balas que quedaron por el suelo, y nosotros, que teníamos como 9-10 años pensábamos que eran de verdad. Me puse a buscar y literal vi como todo el mundo encontraba 3-4 mientras que yo ni una, pero justo al final cuando estábamos a punto de irnos vi una. Al llegar a casa, mi madre dice que tiene una sorpresa. Bueno, el caso es que yo en ese entonces estaba viendo mucho Inazuma Eleven en la televisión y no sabía que tenía videojuego, por lo que mi madre decidió comprarlo y añadir lo que me faltaba para pillarlo y me lo dio ese mismo día. Claro, yo, un niño, estaba flipando muchísimo, había conseguido una bala "de verdad", visto un tiroteo de vaqueros "real" y ahora tenía un juego de una de mis series favoritas en aquel entonces. El vicio que le pegué ese día fue increíble, creo que llegué como hasta el partido contra la Royal Academy porque me puse a explorar muchísimo y a intentar levear las stats de mis personajes, aunque probablemente no muy bien porque casi todo lo subí en velocidad. (VELOCIDAD GIO) Uno de los mejores días de mi niñez, aunque la anécdota sea pochilla.