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Pokémon: El Corazón Negro

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LightHelco

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Cuando todo tu mundo desaparece, tú quieres desaparecer junto a él. Pero... entonces recuerdas que de la misma forma que los que ya no están pertenecían a tu mundo, tú perteneces al de otros.

Las caídas son duras, nos hacen hundirnos en la mayor de las miserias, dejándonos arrastrar por el dolor. Pero lo importante es levantarse, volver a alzarse uno mismo y recorrer nuevamente el camino.

Lo importante siempre es recordar lo que es vivir.

Corazón Negro es un fic de Pokémon Blanco y Negro en base a una partida Nuzlocke que realicé hace bastantes años y que fui documentando. Como fic, no sigue del todo las normas canon de los juegos, sino las del universo que he creado en torno a mis historias de Pokémon.

La trama cuenta la historia de Hikari, una Nuzlocker que ha perdido las ganas de vivir y el que será su compañero Pokémon durante la aventura, Quetzal el Snivy; un Pokémon que ha cerrado su corazón a todo el mundo.

Los capítulos se subirán tanto al foro como a Deviantart, siendo anunciados en mi Twitter.

Prólogo: Inicio y final - Foro (este mismo post) DA
Capítulo 1: Puertas cerradas - Foro (este mismo post) DA
Capítulo 2: Trato con el Diablo - Foro (este mismo post) DA


Gracias por todo y espero que disfrutéis de la historia tanto como yo creándola.

—Y con esto ya seríais oficialmente Entrenadores Pokémon —declaró el profesor Abedul entregando la Pokédex y los carnets a los dos sonrientes jóvenes.

Con rostros que solo mostraban felicidad, Yami y Hikari aceptaron los regalos del profesor, cogiéndolos con cuidado para no soltar en el proceso a los dos Pokémon que tenían entre sus brazos. Los dos amigos se miraron el uno al otro incapaces de creerse que ya había llegado el día.

—Hikari, en tu caso también quiero que muestres este documento —Abedul le extendió un par de papeles que la niña miró confusa—. Como sabréis, el título de entrenador se obtiene a los trece años, pero puede haber excepciones si una autoridad perteneciente a la Organización de la Liga Pokémon lo acepta.

—Solo son unos meses más hasta que los cumpla, Yami se adelantó en nacer —la chiquilla hinchó los mofletes ganándose un amistoso codazo de parte de su amigo.

Mientras los otros dos chicos reían, un tercero miraba desde unos metros de distancia. Suspiraba nervioso, intentando distraerse con su actualizada Pokédex. Al contrario que los otros dos, había llegado desde Kanto hacía unos meses y hasta ahora no había podido terminar de actualizar todos los documentos para poder iniciar su viaje, ahora desde Hoenn.

—Ser Nuzlocker solo trae problemas y papeleo —Denki bufó llamando la atención de su Torchic—. Si, te ha tocado el premio de consolación conmigo, no es necesario que me mires como si fuera a convertirte en mi próxima cena.

—No me quejo, es solo sorpresa de poder entenderte —se defendió el Pokémon—. Aunque debo admitir que la idea de morir no es del todo atractiva.

—No vas a morir —cortó el entrenador de súbito—. Soy hijo de Norman, llevamos los combates en la sangre, es difícil vencerme.

El Torchic miró a otro lado no muy convencido, pero aceptando que no iba a tener otra opción que obedecer a su nuevo entrenador.

Los otros dos entrenadores terminaron de hablar con el profesor y se reunieron con el chico. Se encontraban realmente emocionados con la idea, Yami había dejado que su Mudkip se le subiese a la espalda, mientras que Hikari mantenía al Treecko aun entre sus brazos, los dos Pokémon bastante contentos con sus nuevos entrenadores.

—¿Ya habéis terminado?

—Si y tenemos algo para ti también —Yami le tendió una bolsa a Denki, en ella había varias Pokéballs listas para ser usadas —. Digo yo que no vas a ir solo con un Torchic por el mundo, ¿no?

El mayor se rió por lo bajo aceptando la bolsa.

—Venga, que se nos va hacer tarde y ni habremos abandonado Villa Raíz —instó el entrenador del Torchic girando sobre sus talones y dirigiéndose hacia la salida del laboratorio.

Los otros dos no tardaron en seguirle, gritando su nombre para que no se adelantara. Yami y Hikari prácticamente corrieron por el pueblo llenos de felicidad y hablando de todo lo que iban a hacer durante el camino y los Pokémon que capturarían. Yami soñaba con capturar un Flygon y que lo llevase volando por toda la región, mientras que Hikari se había puesto como objetivo hacerse con un Altaria y sentirse como flotando sobre las nubes al montar en uno. Denki se reía al verlos, además de sentir algo de envidia, ellos podrían capturar lo que quisieran sin preocupaciones, él únicamente lo que pudiese asegurar que llegaría con vida.

—Oye, Denki.

La voz de Hikari lo sacó de sus pensamientos.

—¿Nos iras diciendo lo que quieren nuestros Pokémon? No me gustaría que Time estuviese triste por algo.

—Claro, tampoco es hacer como si no los escucho —el chico se rió accediendo a la propuesta de su amiga.

—¡Gracias, Denki! —saltó ella y se puso a hablar con el Treecko de cómo iban a ser los mejores.

Pronto llegaron a la salida del pueblo y la entrada a la ruta 201, el punto de salida. Los dos más jóvenes se quedaron mirando el largo camino nerviosos, preparados para llegar hasta donde fuese por lograr sus objetivos, pero indecisos de cuando dar el primer paso. Para Denki era divertido verlos, así se había sentido cuando abandonó Ciudad Azulona para emprender su aventura.

—Ya que parece que os vais a quedar ahí cual Sudowoodo, ¿qué os parece que demos el primer paso juntos? —propuso el mayor captando la atención de los otros dos —. Es vuestra primera aventura y en mi caso es un reinicio, así que creo que sería un bonito recuerdo del viaje.

—¡Me parece una idea genial, Denki!

—A mí también me gusta, si.

—Entonces no hagamos esperar a Hoenn más.

Y sorprendiendo a los dos, Denki los agarró del brazo y se dispuso a dar el primer paso. Hikari y Yami se miraron y sus sonrisas se agrandaron aún más, por fin iban a cumplir su sueño de ser entrenadores. Nada iba a detenerlos, conseguirían todas y cada una de las Ligas del mundo.


* * *​

Yami se miró la mano embarrada, habían estado horas en el interior de la Calle Victoria y entre la humedad y la necesidad de tener que trepar en ocasiones, estaba hecho un asco. Fijo que no le dejaban retar al Alto Mando con aquellas pintas.

—¿Cansado ya? —una voz habló a la espalda del joven haciéndole girarse.

Allí se encontraba su compañero de aventuras por Sinnoh, Wu el Infernape. Sonrió aun sintiéndose poco acostumbrado a hablar con él. Y con cualquier Pokémon. Habían pasado prácticamente dos años desde que salieron de Hoenn y descubrieran que el Nuzlocke de Denki se había extendido hasta él y Hikari. Le encantaba eso de poder hablar con sus Pokémon, era como un superpoder, pero no dejaba de seguir resultándole fuera de lugar.

—No te voy a mentir, estoy más cansado que tú tras usar cuatro Sofocos —contestó Yami risueño —. Pero ya estamos aquí: La Liga Pokémon de Sinnoh. Ha sido un viaje movidito la verdad.

—Si, muchos se han quedado atrás, pero lo importante somos los que estamos aquí. ¿Crees que tus amigos habrán llegado ya?

El entrenador se pensó un momento la respuesta antes de sacar su PokeNav y contactar con el resto. Buscó el numero de Denki, imaginándose que este ya habría hasta conseguido ya el título, iba más lanzado que un Ninjask a todas partes.

—Voy a enviarles un mensaje, así decido si me pongo bien el pelo o entro hecho un Grumpig.

—Lo que tendrías que ponerte bien es la cara, no el pelo —se burló Wu sentándose a su lado.

Yami le sacó la lengua a modo de respuesta y terminó de escribir el mensaje para Denki, preguntándole dónde estaba y si sabía de Hikari. La respuesta no tardó mucho en llegar:

Hemos terminado los dos. Ven pronto, Hikari querrá estar contigo más que nunca.

Se quedó mirando el mensaje algo confuso. Vale que la relación entre ellos dos fuera mayor que la que tenía ninguno hacia Denki, pero no entendía cómo podría estar tan deseosa de verle por ganar una Liga. Que ya era la segunda que completaban.

—¿Pasa algo, Yami? —preguntó Wu intentando ver la pantalla del comunicador.

—No… creo. Denki en ocasiones puede ser bastante críptico con lo que dice, quizás solo quiera tomarme el pelo.

Aun así el chico se puso a enviarle un nuevo mensaje preguntándole la razón. Le preocupaba bastante el tono del mensaje, incluso si no fuese nada, prefería asegurarse de que todo estuviese bien antes de tirar hacia el edificio de la Liga Pokémon. Recibió una respuesta incluso más rápido que antes, también era más corta:

Tú solo ven.

No le quedó duda alguna de que algo malo tenía que haber pasado tras ese mensaje. Yami respiró varias veces para no alterarse más de la cuenta y guardó el PokeNav en el bolsillo. Ajustándose la mochila a la espalda, el chico se levantó y miró con miedo al enorme edificio que coronaba la cima.

—Movámonos, Wu.

Con aquella orden dada, Yami se puso en marcha para recorrer los últimos metros que lo separaban de volver a ver a sus amigos y descubrir lo que estaba pasando. El Infernape lo siguió de forma obediente, aunque algo preocupado por el cambio de ánimo que acababa de sufrir su entrenador y amigo.

Nada más alcanzaron las puertas del edificio, Yami las abrió casi sin dejar tiempo a los guardias de la entrada a que reaccionaran. Se había hecho ese último trecho del viaje pensando en todas las posibles razones por las que Denki hubiese enviado esos dos mensajes, las palabras que había usado para cada uno de ellos. Deseaba con todas sus fuerzas que todo fuera únicamente una broma pesada de su amigo y no algo peor.

El interior estaba a rebosar de gente de todas las edades y Pokémon de todas las especies. Entrenadores que daban un último discurso moral a sus equipos, parejas de amigos dándose consejos para poder pasar la prueba o gente disfrutando de los combates de otros aspirantes en las pantallas que había por todo el recinto. El joven entrenador se imaginó que le estarían esperando en la zona del Centro Pokémon, después de todo tenía que ir hacia allí de forma urgente. Entre disculpas y algún que otro empujón, Yami se dirigió hacia el lugar con su Infernape preguntándole en todo momento la razón por todas aquellas prisas. El chico no le respondía y menos quiso hacerlo cuando captó una conversación entre dos entrenadores.

—...no lo se, dicen que puede ser Nuzlocker.

Y otra más.

—...que Cintia no ha tenido piedad con ella, han tenido que llamar a un amigo para que la ayude a abandonar.

—Pobrecita, tiene que ser duro.

Sus esperanzas disminuían a la vez que aumentaba su miedo. Avanzó más hasta llegar allí y entonces los vio: Ambos se encontraban sentados en uno de los sofás de la sala de espera. Denki cubría a Hikari con sus brazos, mientras estaba mantenía el rostro hundido en el pecho del chico. Las manos de la chiquilla sostenían una Pokéball adornada con pegatinas que representaban el tipo planta. El mundo de Yami se vino abajo entonces, miró a las personas a las que había escuchado hablar y después a sus amigos comprendiendo perfectamente que había ocurrido. Sus labios balbucearon palabras que en su cabeza tenían sentido.

—Yami, ¿ha pasado algo? —sintió la voz de Wu hablarle, además de una mano posándose sobre su hombro.

El entrenador tragó saliva forzando a su cuerpo a moverse e ignorando la presencia de su Pokémon, se lanzó a reunirse con sus amigos.

—¡Hikari! —bramó el nombre de su mejor amiga alcanzándolos y casi tirándose encima de ellos.

Denki alzó la mirada para ver llegar al entrenador, pero no dijo nada. Apartando un poco los brazos, permitió a Yami poder ver a su amiga, esta tenía la cara llena de lágrimas y más seguían cayéndole de un par de ojos enrojecidos hasta el punto en que ni podía tenerlos abiertos. En cuanto vio a Yami, Hikari lo abrazó a él intentando explicarle entre sollozos lo que había pasado, pero siendo incapaz de articular palabra.

—Tranquila —susurró el entrenador al oído de la chiquilla mientras la abrazaba con fuerza, le costaba también hablar, pero tenía que hacerlo, ahora más que nunca —. No pasa nada, ¿vale? Todo va a seguir igual, Hikari. No tienes que decir nada.

Se sentía tan inútil en aquel momento, incapaz de decir algo coherente o hacer nada más que aferrarla con fuerza, intentando protegerla del mundo. Era una sensación horrible y no sabía como hacerla desaparecer.

—Yami.

La voz de Denki le hizo alzar la mirada, ya que este se había levantado.

—Tengo que ir a reportar mi victoria y… —hubo una pausa en la que miró a la hundida entrenadora —. Su desafío. Quédate con Hikari hasta que vuelva, por favor.

El chico asintió ocultando su rostro para que Denki no le viese llorar. Wu se acercó a su dueño y apoyó su cabeza en él en un intento de hacerle sentir mejor. Pero no iba a funcionar, ya nada iba a hacerlo, ni los recuerdos felices de cuando empezaron su viaje o cuando capturaron su primer Pokémon, los combates ganados, la alegría de cuando llegaron a casa con los diplomas de la Liga de Hoenn.

Nada iba a cambiar el hecho de que todo había acabado para Hikari y él no podía remediarlo, ni ahora ni nunca.

—¿Hikari? —Yami llamó nuevamente a la puerta de la habitación de su compañera—. Denki ha preparado la cena, por favor, baja con nosotros… es tu plato favorito.

Y como siempre, la única respuesta que obtuvo fue el propio silencio. El joven bajó la cabeza derrotado, aunque ya estuviese acostumbrado a esa situación, seguir viendo como su mejor amiga se mantenía aislada en esa habitación lo destrozaba por dentro. Habían pasado cuatro años desde que iniciaron su viaje por Hoenn como Entrenadores novatos, viviendo aventuras a diario… y ahora estaban apalancados en aquella casa, trabajando y luchando para volverla a ver sonreír como antaño.

Yami acabó bajando las escaleras y reuniéndose con el tercer integrante humano de la casa. Este ya estaba sentado sobre la mesa, esperando algo impaciente a que el chico se uniera a él para comer.

—No ha salido, supongo.

El joven negó con la cabeza y se sentó en una silla. Justo a tiempo, ya que un alocado Tepig saltó sobre sus piernas pidiendo que le dieran algo de comer.

—Ahora voy, Kabuki —le sonrió Yami al cerdito—. Entiendo como se siente, perder a un Pokémon siempre va a ser duro, yo aún no termino de superar la muerte de Wu, pero intento salir adelante y conocer más Pokémon… ¿por qué ella no puede hacer lo mismo?

Denki suspiró y se pasó una mano por su grisáceo pelo.

—Hikari es menos estable emocionalmente que tú o yo, eso lo vimos cuando perdió a su primer Pokémon y se destapó que mi Nuzlocke se había pasado a vosotros dos —le recordó a Yami, aún sintiéndose culpable por haberles arrastrado a eso—. Lo que le pasó en Sinnoh la destrozó, no fue únicamente una muerte, sino una cadena de pérdidas que culminó en su derrota en la Liga.

El chico hinchó los mofletes molesto. Fue el que más lento viajó en esa región y cuando alcanzó la Liga, Hikari ya había perdido. Prácticamente se la encontró siendo consolada por Denki.

—Perder un desafío es perderlo todo… no solo tu equipo y amigos, si no también la opción de continuar.

—No solo es eso… también las palabras de Monk.

—¿La Machamp, verdad? —preguntó el más joven de los dos intentando acordarse de los nombres de cada uno de los Pokémon que habían tenido.

—Si, tú te perdiste ese momento, pero estoy seguro de que esas palabras son las que más daño le hicieron en su día —Denki sintió nuevamente la fría mirada de la Machamp helándole todo el cuerpo y eso que no fue dirigida hacia él—. “Incluso ahora que ya no quedamos nadie, has seguido adelante. No te importan tus Pokémon, solo esa placa que dirá lo buena entrenadora que eres... Me alegra ser la última, la que pueda ver el rostro de nuestra asesina hundirse en la miseria.”

Yami apretó sus puños intentando controlar la rabia. Dos años, dos años había pasado Hikari torturándose por esa estúpida Machamp; dos años en la que tuvo que detenerla de quitarse la vida en al menos cuatro ocasiones. Quería salir, viajar por la región de Teselia, capturar nuevos Pokémon, hacer amigos… quería salir sin el miedo de que al volver se encontrara un cuerpo que ya no se moviera.

Quería volver a estar con ella.

—Yami, come. Se va a quedar frío, anda.

El joven asintió y se dispusieron a cenar. Ninguno habló en lo que duró el resto de la velada.

Más tarde, Denki subió con una bandeja al piso de arriba, tarea que realizaba diariamente para que su compañera pudiera comer. El chico dejó la bandeja en el suelo y tocó la puerta.

—Hikari, te dejo la comida aquí, ya sabes que cualquier cosa que necesites, puedes decirmelo.

Al igual que su compañero, Denki solo obtuvo silencio como respuesta. Suspiró sentándose frente a la puerta, sintiéndola como una línea que los separaba de su amiga y la realidad en donde esta se encontraba.

—Siempre que subo aquí, no sé que decir. Soy el culpable de que estés así, que no puedas curarte —miró al techo como si esperase que la respuesta cayera de allí—. Si no hubiera empezado junto a vosotros, nunca habríais tenido el Nuzlocke y ahora mismo estaríais ya recorriendo alguna otra región alejados de mí y la maldición con la que cargo.

Un pequeño Oshawott subió entonces por las escaleras, olfateando la comida que había en la bandeja. El entrenador lo detuvo a tiempo, cogiéndolo en brazos.

—¡Mira! Kenshi ha subido a verte también, creo que aun no os conocéis, ¿no? —sonrió acariciando la cabeza del Pokémon—. La profesora Encina me lo ha entregado para que pueda viajar pronto a hacer un encargo al pueblo de al lado. Podrías acompañarnos, el aire fresco te sentaría bien.

Ninguna respuesta. El Oshawott miró confuso a su dueño.

—¿Con quién hablas, Denki? ¿Es la chica esa de la que siempre habláis?

—Si, se llama Hikari y fue una gran entrenadora. Aunque era más de iniciales de tipo Planta —rió divertido Denki mientras la puerta se abría a su espalda casi tirándolo—. ¿Hikari? Mira que te presente a Ken…

No pudo ni terminar de hablar cuando un par de ojos verdes sin prácticamente vida se clavaron en los suyos. Denki tragó saliva sintiendo que se le helaba toda la sangre; otra vez esos ojos carentes de alma y emoción alguna. La chica cogió la bandeja y la metió dentro antes de cerrar la puerta nuevamente.

Entrenador y Pokémon se quedaron varios segundos allí observando la puerta como tontos.

—No parece muy maja, ¿en serio es vuestra amiga?

—Si, Kenshi, al menos así lo fue hace tiempo. Vayámonos a descansar, Encina quiere verte mañana.

Tirando también la toalla, Denki se levantó y marchó en dirección a su habitación, la culpa y los remordimientos lo destrozaban por dentro una vez más, como ya hubiera sucedido a lo largo de aquellos dos años. Miró por última vez la puerta tras la que se escondía Hikari. ¿Por qué le costaba tanto decirle cuánto lo sentía o la añoraba? Veía a Yami todos los días intentar hablar con ella, llorar o simplemente golpear alguna pared por la rabia que acumulaba, pero en general, su compañero era honesto consigo mismo. Mientras, Denki simplemente prefería esconderse y cubrirse con una coraza tan dura como la de un Ferrothorn.

Al final del día, cada uno se había encerrado tras una clase diferente de puerta.

La noche cubrió el cielo intentando sumir a la casa en un profundo silencio, pero esto no era posible cuando las pesadillas acechaban a todos sus habitantes. El primero al que acorralaron y atraparon fue a Yami, que no tuvo más opción que despertarse si deseaba huir de aquellas distorsionadas imágenes de sus recuerdos. Se acercó a la ventana, observando desde ella a los Woobat posarse sobre los tejados. Su mirada pronto pasó de los pequeños Pokémon al cielo y la luna. En su viaje por Sinnoh había leído una gran cantidad de leyendas sobre Arceus y como había conseguido encontrar una cura para los Nuzlockers.

—¿Por qué no quieres darle esa cura a Hikari? —pensó en alto —. No puede más, ninguno podemos aguantar más esta situación. ¿Qué hemos hecho para que no nos ayudéis? Rayquaza, Arceus, Cresselia… ¡Quién sea!

Varias lágrimas empezaron a formarse en sus ojos, rápidamente se las limpió con la manga, odiaba llorar.

—¡Devolvedme a Hikari!, decidle a Giratina que la perdone. Que le quite el Nuzlocke, fijo que él puede hacerlo si se lo puso.

Se sentía tan estúpido hablándole a los Dioses de esa forma, como esperando a que le dijeran algo. ¿Qué iban a decirle? ¿Acaso se preocupaban por ellos? De milagro que Kyogre y Groudon no se cargaran Hoenn durante su viaje.

—Vete a dormir ya, no van a hacer nada. Prefieren pegarse y dormir a preocuparse de los demás —se dijo a sí mismo antes de volver a la cama e intentar volver a conciliar el sueño.

Desde la ventana, si se hubiera dado la vuelta, podría haber visto una estrella brillar con fuerza y trazar una línea en el cielo hasta posarse sobre la pequeña vivienda de los tres jóvenes.


* * *​


El largo y fuerte cuerpo de la Milotic la apretaban hasta el punto que casi sentía sus huesos romperse. Hikari gritó de dolor una vez más, atrapada en el enrosque de la Pokémon, obligada a presenciar la batalla que se estaba dando frente a ella. Una versión de pesadilla de un Garchomp avanzaba con fiereza hacia su agotado Torterra.

Las guadañas chirriaban contra el suelo y pronto se alzaron cual guillotinas. La joven ordenó a su Pokémon defenderse de la acometida, huir si podía, pero tan pronto como abrió la boca, se dio cuenta de que ninguna palabra salía de ella. El miedo la hizo entrar en pánico mientras lloraba en silencio, gritos mudos que no podían ser escuchados.

Los brazos del Garchomp cayeron sobre el cuerpo del Torterra con fuerza, generando un sonido que solo traía terror y dolor consigo. No hubo gritos, ni dolor, simplemente pasó. La oscuridad que envolvía el campo de batalla fue tiñéndose de rojo una vez más, otro cuerpo siendo abandonado allí, mientras el Garchomp y otros Pokémon más avanzaban hacia la entrenadora.

Incapaz de huir, de defenderse o gritar, Hikari vio como los Pokémon se iban transformando en sinuosas sombras dispuestas a hacerla unirse a su equipo. Los gruñidos de las criaturas pronto empezaron a escucharse como susurros y después palabras, componían frases a las que acompañaban con tirones y zarpazos para desgarrar más aún a la joven.

—Tú los has llevado a esto.

—Es todo culpa tuya.

—Mereces algo peor.

No podía aguantarlo más, Hikari sentía cada golpe e insulto con más fuerza que el anterior y no se detenía.

—Basta… —rogó al límite ya de sus fuerzas—. No puedo más… ¡que pare ya!

Y todo se detuvo, tan pronto como sus ojos se abrieron y se encontró con el techo de su habitación. Otra pesadilla, una que nuevamente le recordaba su fracaso. Sudando por el miedo pasado en ella, Hikari se levantó volviendo a sentir la culpa y los remordimientos de las muertes de sus Pokémon.

Anduvo hasta el escritorio, aguantándose las lágrimas para no romper a llorar como siempre, no necesitaba despertar a sus compañeros. Apoyó las manos sobre la mesa y se mordió el labio, incapaz de contener un grito de frustración, sintiendo una vez más sus ojos humedecerse. Fue entonces que Hikari se fijó en el plato sobre la bandeja, esté aún conteniendo parte de una cena ya fría. Tirando a la basura los restos de comida, la joven levantó el plato se preparó para romperlo y dejar así salir toda aquella rabia que sentía hacia ella misma, cuando una voz habló a sus espaldas:

—Mejor no lo hagas, vas a despertar a tus amigos.

Los ojos de Hikari se abrieron como platos del miedo que sintió al instante, no reconocía aquella voz para nada, no era ni de Yami o Denki, siquiera de algún familiar. El cuerpo se le paralizó al instante y poco a poco el plato resbaló por sus manos precipitándose contra el suelo.

Pero nunca llegó a tocar el suelo, cuando una sombra se abalanzó contra él, mostrando instantes después la figura a la que pertenecía aquella desconocida voz.

—Por poco. Hubiera sido una desgracia que se rompiera, podrías hacerte daño con los trozos.

Hikari pegó un pequeño grito ahogado dando varios pasos hacia atrás asustada. Frente a ella se encontraba un hombre que no superaría la veintena, sostenía el plato en una de sus manos, mientras que la otra aferraba un bastón negro con decoraciones doradas. Dejando el objeto sobre la mesa, el desconocido sonrió a la chica observándola con un par de ojos rojos como la sangre.

—Siento si te he asustado, Hikari, normalmente suelo llamar a la puerta, lo prometo —se rió burlón jugando con su grisáceo pelo.

Ella no respondió, no se veía capaz de decir nada. ¿Quién era aquel hombre? ¿Y como había entrado en su habitación? Ahora sí quería gritar, llamar a sus amigos para que vinieran lo antes posible y justo el miedo se lo impedía. La idea de que el desconocido pudiese atacarla por intentar pedir ayuda o peor, hacer daño a sus amigos.

—Puedes relajarte —le hizo saber el hombre viendo lo asustada que se encontraba—. No estoy aquí para hacerte daño, sino más bien para apaciguar el que ya sientes.

¿Apaciguar su daño? Hikari se calmó un poco, llevándose las manos al pecho. Él sonrió y acercó a ella con cuidado, con lo que la joven pudo ver que el bastón no estaba por conjuntarlo con sus cuidadas y elegantes ropas, sino que era una ayuda para caminar.

—Tampoco hay que sorprenderse, una discapacidad la puede tener cualquiera.

El humor con el que el hombre se tomaba todo la asustaba, pero a la vez conseguían que no lo viera del todo como una amenaza. Aun así, era un desconocido dentro de una habitación cerrada con candado. Apretó los puños y reunió todo el valor posible para hacer una única pregunta:

—¿Quién demonios eres?

—Demonio es una buena palabra para referírseme —volvió a usar ese tono burlón y desenfadado—.Pero si es cierto que debería presentarme correctamente: Mi nombre es Genos y vengo con una oferta que difícilmente vas a poder rechazar.

La joven dio varios pasos por detrás del hombre, el frío suelo de mármol haciéndola tiritar al entrar en contacto con sus pies descalzos. Hikari miraba a ambos lados asustada e intimidada por las enormes estatuas que adornaban aquella oscura y tétrica sala, un miedo que se hacía eco a través de las paredes de la estancia mediante su acelerada respiración. Ritmo marcado por los golpes del bastón de Genos contra el suelo, creando entre ambos una melodía que solo reforzaba lo tétrico del ambiente.

Aún no entendía la razón por la que había accedido a seguir a Genos hasta ese lugar. Nada más ofrecerle el trato, le había pedido que lo siguiese a algún lugar más tranquilo, ¿pero a dónde? ¿y cómo habían llegado? Sus recuerdos del momento en el que estaba en su habitación y aparecía en ese desconocido lugar eran confusos. Recordaba las sombras envolviéndola, pero no lo hacían con crueldad como en sus pesadillas, sino como un abrazo cálido, apoyándola y guiándola a ese nuevo lugar.

Volvió a alzar la vista para observar al hombre, queriendo descubrir quién era en realidad. Un poder así no podía pertenecer a los humanos, ¿quizás fuese un Pokémon? Sabía del poder de ilusión de Zorua y Zoroark, pero incluso aquellos Pokémon no podían llegar a afectar de tal forma; creaban ilusiones visuales, no unas que hicieran lo mismo que ella sentía en esos momentos, el sentir realmente aquellas baldosas, las líneas que las dividían.

—¿Da algo de miedo, cierto?

Hikari se sobresaltó ante la repentina pregunta de Genos y asintió sacándole una risilla al hombre. Este había girado levemente la cabeza para observarla, habiendo recorrido ya la mitad del trayecto desde el punto en donde habían aparecido en la sala y un objeto al fondo de esta.

—De niño casi ni podía hablar al entrar aquí —Genos se puso a relatar mientras continuaba hacia adelante para llegar hasta el objeto —. La gente juzgándote, la tensión del ambiente y bueno, la presencia del que gobierna este castillo. Hacen a cualquiera sentirse muy pequeño e impotente.

El uso de la palabra castillo ayudó a que Hikari viese mejor que era el objeto al que se dirigía Genos: Un trono. Estaba tallado con la misma piedra de color azabache que las paredes de la habitación, el respaldo se alzaba hacia el techo, superando la altura de cualquier persona y terminando con la forma de un terrorífico Pokémon.

Y así es como fueron las piezas del puzle que era la identidad de Genos encajando poco a poco. Se fijó nuevamente en el hombre tras ver que el trono estaba vacío, en la corona de oro negro que adornaba su cabeza y sus elegantes ropas, principalmente su fular negro del que sobresalían unas extrañas puntas de color rojo como la sangre. Los ojos de la joven volvieron nuevamente a las estatuas pudiendo identificar al fin varias de ellas como dioses Pokémon.

Genos finalmente alcanzó el trono y se sentó en él, pasando a observar a la joven con sus ojos rojos, una burlona sonrisa dibujándose en su cara. El cuerpo de Hikari volvió a helarse de miedo, sintiendo la intensa mirada del señor del castillo a cada mínimo movimiento que realizaba. Sus temores aumentaban queriendo que las teorías que rondaban su cabeza no fuesen ciertas.

—¿Quién eres realmente? —se atrevió finalmente a preguntar, consiguiendo como una primera respuesta una sonrisa aun mayor por parte de Genos.

—Cuando usaste la palabra demonio dije que era realmente adecuada, ya que es posible que Genos sea mi nombre, pero vosotros los humanos usáis uno muy diferente, el nombre ligado al Dios de la Destrucción.

Aquel título fue suficiente para hacer entrar a la joven en pánico. Antes incluso de que Genos pudiese terminar su presentación, Hikari dio media vuelta e intentó correr hacia la puerta. Pero no llegó siquiera a dar un paso hacia ella, las mismas sombras que había visto en su habitación cuando se le cayó el plato, volvieron para tomarla del brazo y el hombro.

—Así es, Hikari, soy Giratina —la voz del hombre sonó a su espalda, las manos del monarca sosteniéndola para que no huyese.

No había burla o arrogancia en sus palabras, más bien lamento. Hikari entendió que Genos no había querido decirle aquello, el miedo la tenía completamente paralizada y ahora era incapaz de poder mirar siquiera al hombre por temor a que pudiera encontrarse con la figura de Giratina.

Tras unos segundos en ver que la chica había dejado de forcejear, Genos la liberó de su agarre y permitió que se alejara varios pasos de él.

—Esta es la situación, Hikari, puedes escuchar lo que tenga que decirte o puedo devolverte a tu habitación en donde las cosas seguirán como hasta ahora —la voz del dios había cambiado junto a su expresión, más calmada y suave —. Lo que te ofrezco es una oportunidad de volver a ver a tus amigos.

¿Sus amigos? Hikari sabía que no se refería simplemente a Denki y Yami, regresar es lo que les haría volver a verlos.

—¿Te refieres a los Pokémon que asesiné?

—Correcto, aquellos que cayeron, puedo hacerlos volver —Genos fue recuperando su tono más alegre y con ello su sonrisa, rebosando amabilidad por esta—. Simplemente debes realizar una tarea para mí: Coronar la cumbre de la Liga Pokémon de Teselia.

Abrió los ojos sorprendida. ¿Coronar la Liga Pokémon? Genos la estaba pidiendo que iniciara un nuevo viaje Pokémon por Teselia, ser entrenadora. Los recuerdos de su combate contra la campeona de Sinnoh la atacaron otra vez, las vidas de sus amigos a los que había fallado. El monarca le estaba ofreciendo una nueva oportunidad para viajar y reunirse con Torto y los demás, de enmendar su error.

—Hay una pega y es lo que pasará si fracasas.

Hikari lo miró confusa, buscando la respuesta con su mirada.

—Si fallas en esta ocasión, no habrá nada más —el semblante de Genos se tornó en sombras y parecía que le doliese decir aquellas palabras aunque no le costase pronunciarlas—. Si fracasas, morirás y tu alma pasará a servirme en este mismo lugar.

¿Morir? La joven no supo como reaccionar a ello, no hubo miedo, pero si sorpresa. De forma inconsciente, se agarró la muñeca, sintiendo aún las marcas de su dolor y después posó su mano en el pecho, el cual contaba con aún más heridas. No le importaba lo que le pasase, después de todo, ¿acaso no se pasaba ya el día encerrada en una habitación lamentándose por todo? Su vida no tenía valor alguno, solo era una carga para Yami y Denki, morir no era un inconveniente para Hikari.

—Acepto… mi vida por la de ellos, es un buen trato.

—¡Fantástico! —saltó Genos lleno de emoción, desapareciendo en las sombras unos instantes para volver a aparecer sobre su trono—. Aunque imagino que necesitarás un Pokémon para empezar, ¿estoy en lo cierto?

Hikari afirmó con la cabeza.

—Menos mal que tengo la obligación de ponerte un guía para esta tarea, espero que te gusten los Pokémon de tipo Planta, Quetzalcoatl es el encargado de la Prueba en esta región.

Fue la primera vez en varios años que Hikari había sentido que alguien le estaba hablando en otro idioma, el Nuzlocke la permitía entender toda lengua conocida, pero no fue capaz de entender nada de lo que Genos acababa de decir. ¿Guía? ¿Prueba? ¿Quetzalcoatl? Quería realmente saber a qué se refería, por suerte una de las incógnitas se aclaró al instante cuando la puerta a su espalda chirríó indicando que alguien la estaba abriendo.

Girando sobre sus talones, la joven pudo observar a la persona que entraba por la puerta. Era alto, muy alto, e iba ataviado con un elegante uniforme de soldado de color verde y amarillo. Parecía más mayor que Genos, pero aun así joven y con un rostro afilado. El hombre se percató de su presencia, dirigiéndola de forma momentánea una heladora mirada mediante sus ojos, también rojos como los del Giratina, pero en estos no veía la bondad que si encontró en los del dios, eran fríos como el hielo que cubría a un Glalie. Como si no le importase que estuviese allí, el soldado la ignoró de inmediato, moviendo su cabeza y haciendo que el flequillo de su pelo verde acabara cubriendo uno de sus ojos.

El soldado avanzó hasta situarse frente a Genos y allí se inclinó en una reverencia.

—¿Me habíais llamado, Lord Genos?

Con un pequeño salto, el monarca se levantó y se colocó al lado del hombre de verde.

—Y puntual que has acudido, Quetzal. Verás, vuelvo a necesitar de tus servicios —puso una mano sobre el hombro del otro en un gesto amigable, algo que a Hikari le chocaba viendo que eran rey y sirviente—. He encontrado una nueva candidata para realizar la Prueba.

Genos señaló entonces a la chica con su bastón y tan pronto como el soldado se giró para volver a mirarla, Hikari soltó un pequeño chillido sintiéndose intimidada por no solo la altura del hombre, si no también su musculado cuerpo. Además verlos a los dos juntos, le sirvió para percatarse de lo bajito que era el Giratina, seguramente sus amigos fueran incluso más altos que él.

—¿Es ella? Entiendo, cumpliré con mi cometido de guiarla —accedió el soldado con una voz áspera y sin emoción alguna, parecía no importarle nada.

—Sabía que podía contar contigo, Quetzal.

El monarca golpeó la espalda del llamado Quetzal y volvió a fijarse en Hikari, una pícara sonrisa en sus labios.

—Bien Hikari, imagino que desearás conocer mejor a Quetzalcoatl, pero no quiero robarte horas de sueño, los humanos necesitáis un mayor descanso que los dioses —intentó hacer una gracia que nadie le rió—. Por lo que por mucho que me duela, es el momento de despedirnos. Buenas noches, Hikari y suerte en tu viaje.

Aún no podía irse, tenía grandes dudas sobre este viaje y la Prueba que habían mencionado; pero tan pronto como Genos chasqueó sus dedos, dos cadenas de oro puro aparecieron en sus muñecas y tiraron de ella hacia abajo, en donde ahora se formaba un charco de sombras que la tragaba rápidamente. Su corazón latía con fuerza y mientras gritaba de miedo intentando huir de aquel pozo de oscuridad, pudo sentir su mente desfallecer. Hikari acabó sumiéndose en las sombras con un último y potente latido que resonó por todo su cuerpo.

Una luz golpeándola en la cara fue lo que hizo despertar a la joven, seguido de un chirriante sonido. Intentando cubrirse los ojos, Hikari se incorporó hasta sentarse sobre su cama. Espera, ¿cuándo había regresado? ¿Había sido real todo lo ocurrido con Genos? Otra vez ese horrible ruido la sacó de sus pensamientos y la hizo voltearse hacia donde se encontraba la ventana. La que durante meses habría estado cerrada, ahora la persiana se alzaba lentamente causando ese chirrido.

¿Pero quién podía estar haciendo eso? No tardó mucho en encontrar al culpable, costándole bastante verlo debido a la luz del sol a la que tan poco estaba acostumbrada. Una pequeña figura se encontraba al lado de la ventana, abriéndola para dejar que el aire entrase. Forzando la mirada, Hikari comprobó que era un pequeño Pokémon de color verde con una cabeza similar a la de otros Pokémon ofidios y una cola que terminaba en una gran hoja del mismo color que su cuerpo.

—Veo que ya has despertado —habló el Pokémon con una voz que no tardó en reconocer como la del soldado de Genos—. Vístete, parece que quienes quieran que vivan también aquí ya han despertado.

Necesitaba tiempo para procesar todo aquello. Había conocido a Giratina, que en realidad era un hombre que rondaría la veintena y había hecho un pacto con él. Además le había presentado a un soldado humano, pero ahora lo que tenía delante era un Pokémon y muy pequeño además, nada comparado con el gigante al que había llamado Genos. Pero los dos no solo compartían voz, si no que la mirada de aquel Pokémon era igual de fría que la del soldado.

—¿Tú eres… Que… bal…? ¿Quebalaco…?

—Quetzalcoatl —cortó el ofidio de mala gana—. Ese es el nombre que buscas, ahora prepárate. Poco vas a hacer metida en esta habitación.

Y sin dejar a la joven defenderse, el Pokémon saltó del escritorio y se dirigió a la puerta, creando dos pares de lianas de su cuerpo para abrirla. Hikari no salía del shock, pero no quiso hacer esperar al Pokémon, el cual para ser tan pequeño conseguía intimidarla sin problemas.

La chica se levantó y se dirigió a la puerta para salir por ella. Quizás fue casualidad o simplemente era la hora en la que Yami siempre subía a dejarle el desayuno, pero los dos amigos se encontraron cara a cara en el pasillo, el joven portando una bandeja que a poco estuvo de caersele al suelo.

—¡Hikari! Es raro que hayas salido, si es por el tema de duchas Denki sigue dentro y… —Yami se detuvo al darse cuenta de la presencia del Pokémon, que rápidamente subió por la pierna y espalda de Hikari hasta posarse en su hombro—. ¿Cuándo has conseguido un Snivy?

—¿Hoy?

Yami se quedó perplejo ante esa respuesta, que podría decirse que era más una pregunta. Pero quizás lo que más le chocó, lo que le hizo sonreír fue, que había recibido una. Hikari había hablado y podría encontrarse nerviosa e incómoda, pero era una palabra, un acto de relacionarse.

—Da igual, seguramente se haya colado o algo y quiera comer —Yami le quitó importancia al asunto y dejando la bandeja momentáneamente en el suelo, cogió una galleta y se la acercó al Pokémon—. Prueba, fijo que te gus…

Los fríos ojos de Quetzal se clavaron en los del joven como puñales, quien sintió como si el rojo de estos fuesen la sangre de perdería en caso de enojar al Snivy. Viendo el terror en la mirada de su amigo, Hikari agarró al Pokémon y pasó de largo disculpándose en una voz tan baja que dudaba que Yami la hubiese escuchado.

Bajó las escaleras rápidamente, intentando perder de vista al chico y cualquier otro humano. Con el corazón en un puño, Hikari se detuvo y dejó a Quetzal sobre la mesa.

—No debería dar por hecho que todo Pokémon en manos de un humano estará dispuesto a dejarse domar —siseó el Snivy mirando alrededor suyo y sacando la lengua para captar olores diferentes al de la comida—. Hay alguien observándonos.

Hikari quería echarle en cara la forma en la que había tratado a su mejor amigo, pero la alerta y el rápido giro de cabeza del ofidio la forzaron a seguir la mirada del Pokémon y dar con una pequeña criatura de color blanco y azul escondida tras la puerta. El ser se encontraba nervioso, intimidado por Quetzal, que saltó de la mesa y fue acercándose al tímido Pokémon. La joven balbuceó varias palabras que el Snivy ni llegó a escuchar debido al repentino grito que pegó el otro Pokémon cuando un par de lianas lo agarraron y lanzaron contra una de las sillas.

—¿Qué estabas haciendo ahí escondido? Responde —ordenó Quetzal haciendo chasquear su Látigo Cepa.

El Oshawott se cubrió con sus bracitos, usando también una concha como escudo. El golpe le había dolido y la presión que estaba ejerciendo Quetzal solo sirvió para aumentar el miedo que ya sentía. Hikari por su parte se había quedado atónita ante el comportamiento de su nuevo compañero, tanto que había perdido la capacidad de hablar, incluso se apoderó de ella el temor de salir mal parada si intentaba detener en esta ocasión al Snivy.

—¿Hikari? ¿Pasa algo ahí abajo? He oído como un grito —la voz de Yami llegó desde el piso de arriba hasta la cocina, a la par que unos pasos indicaban que el chico bajaba.

Incluso con el hecho de que su amigo iba a aparecer en cualquier momento, a Hikari le costaba reaccionar. No fue hasta que escuchó otro grito de dolor por parte del Pokémon al que estaba atacando Quetzal que se movió. La imagen de la pobre criatura llorando y herido, lianas lo agarraban del cuello y el brazo donde sostenía su concha, estaba a nada de debilitarse y…

—¡PARA! —gritó finalmente Hikari derrumbándose ante la situación.

Quetzal obedeció al instante, cesando su agarre sobre el otro Pokémon. Al ruido de pasos acelerados le siguió la llegada de Yami, que nada más ver la situación estuvo a nada de abalanzarse contra el Snivy y golpearle con la bandeja, pero finalmente tomó al Oshawott y lo alejó del endiablado Pokémon de tipo planta.

—Hikari, ¿qué ha pasado? Sabes que puede ocurrir si Kenshin se debilita.

La chica casi ni podía responder, se abrazó a si misma sintiendo sus ojos llenarse de lagrimas. ¿Por qué no había actuado antes? Quetzal había estado a nada de acabar con Kenshin y ni intentó impedirlo. La mano de Yami se posó sobre su hombro y con suavidad la acarició ayudándola a recuperar la calma.

—El Oshawott nos observaba, no sabía que era tu Pokémon —fue Quetzal el que respondió, sorprendiendo al entrenador debido a tener una voz tan tan adulta—. Mi prioridad era proteger a Hikari, es posible que haya cometido un error al realizar tal tarea. Si es así debería disculparme.

Yami gruñó por lo bajo ante las palabras del Snivy, pero prefirió simplemente tomar varias bocanadas de aire para calmarse que responderle. Kenshin estaba malherido y Hikari devastada, lo último que le apetecía era lidiar con un Pokémon sin empatía alguna. Ayudó a su amiga a levantarse y sentarse sobre una de las sillas.

—Voy a ir a buscar a Denki y encargarme de Kenshin, ¿de acuerdo? —le informó a la joven intentando sonar lo más amable y tranquilo posible—. Tú quedate aquí y respira, volveré en nada.

Tras unos minutos, los tres se reunieron nuevamente alrededor de la mesa. Denki había tenido que hacerlo aún con el pelo mojado y cubriéndose con un albornoz, ya que Yami lo había tenido que sacar arrastras de la ducha. Hikari intentaba desviar la mirada de su amigo, manteniendo la cabeza agachada.

—Kenshin se encuentra bien, le he dado una Poción y se recuperará en unas horas, tranquila —Yami cortó el silencio dirigiéndose hacia su amiga con una sonrisa.

Esta simplemente asintió, sintiéndose demasiado culpable tras lo ocurrido. El Snivy se encontraba sentado sobre las piernas de la chica, mirándola de tanto en tanto. Denki suspiró cansado de aquel silencio que iba a volver a apoderarse de la situación.

—Tú eres el Pokémon que ha atacado a Kenshin, ¿no? —habló finalmente el mayor captando la atención de Quetzal —. Si es cierto lo que me ha dicho Yami, que quieres protegerla, te lo agradecemos, pero espero que entiendas que queramos saber cómo rayos has entrado en nuestra casa.

Yami se giró algo sorprendido hacia su amigo, normalmente Denki era bastante tranquilo y no mostraba como se sentía, pero sus últimas palabras arrastraban un enfado visible.

—Una ventana abierta.

Ninguno de los dos jóvenes creía en las palabras del Pokémon, Hikari había mantenido su ventana cerrada todo este tiempo, estaba mintiendo, pero prefirieron no indagar más debido a la intensa mirada que mantenía el Snivy sobre ellos.

—Si os preocupa realmente la seguridad de vuestra amiga, no hay temor que valga —siguió hablando Quetzal con aquel tono tan carente de emoción —. Mi labor es guiar y proteger a Hikari a lo largo de su viaje por Teselia.

¿Viaje por Teselia? Sus miradas pasaron directamente del Pokémon a su amiga, queriendo saber si lo que había dicho el Snivy era cierto.

—Hikari… ¿quieres realizar un viaje?

—Si… —asintió en voz baja—. Es algo que tengo que hacer.

La chica volvió a agachar la cabeza tiritando. Era incapaz de hacer frente a la opinión que tuvieran sus amigos de todo eso, tenía pesadillas con la muerte de sus Pokémon y físicamente había perdido resistencia y fuerza, era imposible que aceptasen eso. Alzó la mirada cuando escuchó a Denki moverse e ir hacia uno de los cajones de la encimera, el joven suspiraba a la vez que pasaba la mano por el pelo. Yami por su parte había alargado la mano hasta tocar la de su amiga, sonriendo en todo momento.

Denki volvió a la mesa y dejó una cartilla frente a Hikari. Al abrirla se encontró con su antiguo carnet de Entrenadora y comprendió al instante lo que su amigo quería decirle al ver el sello de la Liga de Sinnoh en él. Era la marca de que había fallado un desafío y no podía volver a participar al menos en ese lugar.

—No estas exenta de empezar un viaje en Teselia y puedo hablarlo con la profesora para que puedas realizarlo sin trabas, pero —la miró directamente a los ojos, buscando la verdad en las intenciones de Hikari—. Necesito saber si realmente puedes hacer esto. Me preocupa lo que pueda pasarte, Hikari y lo último que quiero es que esta situación se agrave por un deseo egoísta. Tanto nuestro como tuyo.

Quetzal se levantó dispuesto a recriminar a Denki por sus palabras, pero Hikari fue más rápida contestando. La joven se había encogido de miedo durante unos instantes, más recordar el castigo que acarrearía fracasar la llevó a erguirse y plantar cara a su amigo. No tendría que volver a preocuparse de causar más dolor; en cuanto se fuera, nadie más sufriría.

—Lo estoy —su voz sonaba débil por mucha determinación que mostrara, en ocasiones inaudible—. Quiero hacer este viaje… y quiero hacerlo otra vez junto a vosotros.

Hikari no entendió el porqué había añadido aquello, simplemente había salido de su boca como si su corazón lo exigiese. Y realmente, agradecía haberlo dicho, la mano de Yami no le proporcionaba únicamente calor, si no también calma y la preocupación y apoyo de Denki la hacían sentirse segura. A cada segundo que pasaba allí, más se daba cuenta de cuanto les echaba de menos.

—Entonces me encargaré de actualizar esto y hacer todo el papeleo —Denki recogió la cartilla de la mesa y al fin le obsequió una sonrisa a su amiga, dejando claro que él también se alegraba de verla—. Vosotros usad el día para prepararlo todo. En esta ocasión vamos a estar solos, por lo que tendremos que racionar mejor el dinero que consigamos.

Los otros dos asintieron y dieron por finalizada la reunión. Denki dejó la cocina dejando a Yami y Hikari en solitario junto al Snivy. El Pokémon olfateó la zona y se dispuso a buscar comida mientras los dos amigos hablaban.

—Me alegro mucho de que estés mejor —Yami fue el que dio inicio a la conversación—. Denki también se alegra, pero ya sabes como es con lo de ponerse sentimental.

—Si, frío.

El joven notó a su amiga nerviosa e incomoda nuevamente. Decidió al fin soltarle la mano y recordó que aun no había comido nada.

—Ya que estamos, voy a calentarte el desayuno, ¿vale? Fijo que se ha quedado como un Snover de frío.

Se levantó con una sonrisa y se dirigió a la encimera, allí se encontró con el Snivy que había cogido unos dulces Pokémon de uno de los armarios y vigilaba al joven a la vez que se los comía. Con un gruñido, Yami se dispuso a ignorar al Pokémon y seguir con su tarea, sirviéndole a su amiga algo que estuviera más templado.

—Gracias —murmuró la joven tomando la taza entre sus manos—. Yami… cuando empecemos el viaje. Quiero que estemos juntos, hacer los gimnasios los dos.

El chico se ruborizó ante esa proposición y el Snivy giró al instante la cabeza, siseando con su lengua para dejar claro que no estaba de acuerdo. Yami se puso a jugar con su pelo, volviendo a ser este el marrón de siempre, en vez del azul que usaba para teñirselo. Para Hikari era bastante nostálgico volver a ver ese color.

—No creo que todos los Líderes nos dejen hacer tándem para vencerlos —se rió Yami nervioso—. Pero venga, que sea como en nuestro primer viaje.

—Eso no es posible.

La voz cortante de Quetzal captó la atención de los dos jóvenes. El Snivy saltó de la encimera a la mesa con gran habilidad y se colocó en medio de los dos.

—Hay normas que has de seguir, Hikari y estas pueden afectar a tus amigos. Tú viaje ha de ser en solitario.

—¿Normas? Mira, me importa un bledo lo te traigas entre manos, Ekans de mercadillo, pero no voy a dejar a mi amiga sola por unas estúpidas normas sin sentido.

Y como cuando le había intentado ofrecer una galleta, la mirada de odio que le lanzó el Snivy acabaron con todo coraje que el chico hubiese tenido, haciendo que se quedase quietecito en su silla. Habiéndose encargado del problema que era el chico, Quetzal se volvió para hablar con la joven.

—Si no quieres causar daño a nadie más, es mejor que hagas lo que yo diga —sentenció Quetzal antes de bajarse de la mesa—. Vuelve a tu cuarto en cuanto termines, debes preparar mucho aún.

Los dos amigos siguieron al Pokémon salir de la cocina con la mirada y cuando lo hizo, ambos suspiraron más relajados, como si se hubiesen quitado un gran peso de encima.

—¿Crees que estarás bien con ese Pokémon? Es más fiero que un Salamence.

—Puede ayudarme… es todo lo que sé.

—Me gustaría creerte, Hikari, pero hay algo de él que no me gusta… es como si nos odiase.

Hikari no pudo responder, ella también había sentido la fría mirada de Quetzal al conocerlo y entendía perfectamente la desconfianza de Yami hacia él. Sabía incluso que el chico sería capaz de echar al Snivy a patadas si descubría que se lo había dado Giratina.

—Yo lo siento, Yami. Tengo que volver a mi cuarto.

El chico se levantó al mismo tiempo y la agarró del brazo antes de que se fuese.

—Por favor, Hikari, si no estás bien o si en algún momento necesitas ayuda, dímelo. No quiero volver a pasar por esto otra vez.

—No volveremos a pasar por esto.

Y soltándose del agarre de su amigo, Hikari subió escaleras arriba dejando a Yami solo y lleno de dudas y preocupaciones.
 
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GaboExtreme

El Ayudante Infinito
Es una gran aporte, la historia es fenomenal tienes ese encanto que hace que los lectores nos mezclemos, empapemos y sintamos cada tramo de esta joya.

De verdad sigan así que el resultado sera el mejor.
 
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Toni I

Ruinas Liricas
Muy buena historia, y todo de un nuzlocke, me hago una idea de la imaginacion de los hechos que provocaron estos fictios pero igual te lo curras, solo una pregunta, de cual fumaste? me vendria bien eso jeje espero el siguiente
 

LightHelco

Usuario de platino
Muy buena historia, y todo de un nuzlocke, me hago una idea de la imaginacion de los hechos que provocaron estos fictios pero igual te lo curras, solo una pregunta, de cual fumaste? me vendria bien eso jeje espero el siguiente
De nada, es básicamente ir bebiendo de todos lados hasta que al final haces algo inspirado por todas esas cosas que has cogido.

Los hechos los provocaron la partida anterior a esta, tanto la de Hoenn, como la de Sinnoh son partidas existentes, pero no están documentadas salvo sus finales o algunas pocas partes comentadas en redes y asi.
 

Mimilena

Mimilena Strike Back
Una historia genial y muy creativa sin duda, siempre me deja con ganas de leer mas, saber que pasa con el trio de compañeros y la pobre de Hikari.
Obviando el shipping de Hikari y Yami que es claramente canon y matare a quien me diga lo contrario (?)

En fin, la trama es creativa y fascinante <3 me encanta y es genial, espero que sigas escribiendo mas cosas asi, y si no pues te latigeare :3
 

Toni I

Ruinas Liricas
Respuesta: Re: Pokémon: El Corazón Negro

Una historia genial y muy creativa sin duda, siempre me deja con ganas de leer mas, saber que pasa con el trio de compañeros y la pobre de Hikari.
Obviando el shipping de Hikari y Yami que es claramente canon y matare a quien me diga lo contrario (?)

En fin, la trama es creativa y fascinante <3 me encanta y es genial, espero que sigas escribiendo mas cosas asi, y si no pues te latigeare :3
Sandwichito, ok no XD, es mas canon que rojo y pika
 

Dockun

Veterano reencarnado
Ya te comenté el prólogo por privado, así que vamos con el capítulo 1. Perdón por tardar en leerlo (y perdón por adelantado por lo que voy a tardar en acabarlo y leer el 2).

—¿Hikari? —Yami llamó nuevamente a la puerta de la habitación de su compañera—. Denki ha preparado la cena, por favor, baja con nosotros… es tu plato favorito.
¿Sabes? Creo que esto tendría más fuerza si supieramos cual es el plato favorito de Hikari. Es sólo una idea, pero si no tienes donde establecerlo antes, quizás sería buena idea hacerlo ahora, puede venirte bien de cara al futuro. Siempre podrías mencionar el plato en cualquier contexto e inmediatamente el lector pensaría en Hikari. Establecer esta clase de símbolos lo antes posible suele ser buena idea.

Prácticamente se la encontró siendo consolada por Denki.
Prácticamente no, se la encontró así.

—Si, tú te perdiste ese momento, pero estoy seguro de que esas palabras son las que más daño le hicieron en su día —Denki sintió nuevamente la fría mirada de la Machamp helándole todo el cuerpo y eso que no fue dirigida hacia él—. “Incluso ahora que ya no quedamos nadie, has seguido adelante. No te importan tus Pokémon, solo esa placa que dirá lo buena entrenadora que eres... Me alegra ser la última, la que pueda ver el rostro de nuestra asesina hundirse en la miseria.”
Uff, no me acaba de convencer nada esto. Y mucho menos viendo el siguiente párrafo. Hikari no me parece la clase de persona que no se preocupa por sus Pokémon, seguramente se aseguró de que Monk y el resto de su equipo entendieran perfectamente la situación en la que se encontraban y no me la imagino forzándoles a combatir en contra de su voluntad. Pero por ahora vamos a ignorar el siguiente párrafo y centrarnos en este diálogo. Si querías que de verdad Hikari fuera esa clase de persona creo que deberías haberlo establecido desde el principio, aunque fuera de forma inocente. Establece cuando salen de viaje que Hikari está obsesionada con la gloria, haz que cuando el protagonista la encuentra llorando este como partida en dos, balbuceando sobre como ha perdido la Liga, sobre como ya no le queda ningún Pokémon y no sabe que va a hacer... Y entonces, al escuchar sus propias palabras, empieza a llorar más y ya es incapaz de articular palabra. Lo que describo sería casi como si no supiera si está llorando por sus Pokémon o porque ha perdido su oportunidad de competir. Por supuesto esto es sólo un ejemplo, lo que digo es que si querías que Hikari fuera la clase de persona a la que su último Pokémon le diría esto (de hecho, otra idea interesante si quisieras eso: que Hikari no les pusiera mote) tendrías que haberlo establecido claramente.

De todas maneras, mi problema con esto es que me da la impresión de que no es que quisieras transmitir el tipo de entrenadora que era Hikari, sencillamente querias seuir dándole patadas al perrito herido para despertar una reacción emocional en el lector. Se me hace gratuito. Por supuesto, sí lo que querías era dar a entender que Hikari no era precisamente una entrenadora que se preocupara del bienestar de sus Pokémon, entonces sí, el comentario no estaría fuera de lugar. Pero, como te decía, en ese caso el problema sería que no has caracterizado lo suficiente a Hikari en el prólogo.

De hecho, esto es un problema en general que creo no te llegué a comentar cuando leí el prólogo, pero que me estoy dando cuenta ahora leyendo el Capítulo 1: la caraácterización de tus personajes es muy débil. No consigo imaginar cómo son como personas ni siquiera a un nivel superficial. Por supuesto, no necesitas dibujarme el mapa de su psícología en el prólogo, pero es que son 2000 palabras con bastante diálogo. En ese espacio deberías haberme transmitido una imagen más nítida de tus personajes.

Yami apretó sus puños intentando controlar la rabia. Dos años, dos años había pasado Hikari torturándose por esa estúpida Machamp; dos años en la que tuvo que detenerla de quitarse la vida en al menos cuatro ocasiones. Quería salir, viajar por la región de Teselia, capturar nuevos Pokémon, hacer amigos… quería salir sin el miedo de que al volver se encontrara un cuerpo que ya no se moviera.
Esto no hace más que reforzarme la idea de que Monk sólo dijo lo que dijo para que sus palabras torturarán a Hikari durante los siguientes años, no porque tuviera sentido que lo dijera.

Quería volver a estar con ella.
Esto está muy bien, por cierto. La forma en la que cambias de párrafo y me plantas esta única frase, como consecuencia del párrafo anterior, sin nada más alrededor que pueda distraerme. Me gusta mucho este truco, por eso lo comento. Le da peso a lo que estás escribiendo.

Suspiró sentándose frente a la puerta, sintiéndola como una línea que los separaba de su amiga y la realidad en donde esta se encontraba.
Este tipo de inventiva a la hora de buscar imágenes que me transmitan los sentimientos de tus personajes es en parte lo que sentí que faltaba en tu prólogo (y aquí en general también creo que tu prosa se hace demasiado seca, pero le empiezo a ver más personalidad, creo que este capítulo está mejor escrito que el prólogo). también me gusta el "miró al techo como si esperase que la respuesta cayera de allí" del siguiente diálogo. No son precisamente las imágenes más imaginativas del mundo, pero están bien. Cumplen sin problema.

No pudo ni terminar de hablar cuando un par de ojos verdes sin prácticamente vida se clavaron en los suyos. Denki tragó saliva sintiendo que se le helaba toda la sangre; otra vez esos ojos carentes de alma y emoción alguna. La chica cogió la bandeja y la metió dentro antes de cerrar la puerta nuevamente.
Buena transicción. Resulta escalofriante por lo repentino, casi como si hubieras imitado un corte brusco a los ojos de Hikari. De nuevo, las ideas que usas en tu prosa son muy típicas, casi como si solo estuvieras utilizando cosas que hubieras visto en otros relatos o libros. No hay nada de malo en usar ojos sin vida, carentes de alma y emoción, o que se le heló la sangre, conste. De hecho, si intentarás buscar una expresión original para cada cosa te aseguro que iba a salirte un churro prácticamente ilegible. Pero me preocupa que la razón por la que tiras de estas expresiones es por familiaridad y no porque no se te ocurra ninguna mejor.

Tirando también la toalla, Denki se levantó y marchó en dirección a su habitación, la culpa y los remordimientos lo destrozaban por dentro una vez más, como ya hubiera sucedido a lo largo de aquellos dos años.
No me suena bien esto. Seguramente el problema es que dices que lo detrozaban por dentro una vez más y luego que ya había sucedido "a lo largo de aquellos dos años", pero sucedido ¿cuándo, exactamente? ¿Cada día, cuando le subía la comida a Hikari, por ejemplo? Siento que me falta algo aquí para que me termine de funcionar y para que tenga más fuerza la frase.

Al final del día, cada uno se había encerrado tras una clase diferente de puerta.
Oh, esto es bueno. Good stuff.

La noche cubrió el cielo intentando sumir a la casa en un profundo silencio, pero esto no era posible cuando las pesadillas acechaban a todos sus habitantes.
Muy bien hasta el pero esto no era posible. Lee esto en voz alta. No suena mal, pero como que le falta ritmo. La siguiente parte está bastante bien. Con Yami suplicando a los dioses, y la forma en la que describes como las pesadillas le "atraparon" me gusta.

Y ya que me pones una pausa aquí, también voy a parar yo, pues ahora mismo no tengo tiempo a comentar el resto del capítulo 1. Editaré si puedo esta noche. Perdón :(

Editado: seguimos.

Hikari pegó un pequeño grito ahogado dando varios pasos hacia atrás asustada. Frente a ella se encontraba un hombre que no superaría la veintena, sostenía el plato en una de sus manos, mientras que la otra aferraba un bastón negro con decoraciones doradas. Dejando el objeto sobre la mesa, el desconocido sonrió a la chica observándola con un par de ojos rojos como la sangre.
Anda, es Caeles. Estoy seguro, los ojos rojos como la sangre le delatan. Fuera coñas, aquí tenemos otro ejemplo de una expresión, que está bien, pero es muy común. Creo que tu prosa tiene algo más de color en este capítulo que en tu prólogo. Parece que intentas hacer más con las palabras, pero me sigue dando la sensación de que te falta confianza para de verdad dar el salto y definir una voz propia, que sea solo tuya (o bueno, es también un tema de falta de experiencia, pero la experiencia en eso se coge saltando. No hay más). Creo que no pareces pensar demasiado en la "estética" de tus escenas. No usas la luz, no usas a penas los elementos decorativos, eres parca en detalles y las imagenes que evocas juegan muy sobre seguro, son repeticiones de imágenes que ya están probadas y que cualquier lector puede reconocer.

Con todo esto tampoco quiero dar a entender que debes cambiar tu estilo y centrarte sobre todo en la "estética" de tus textos. Mi impresión de ti es que eres una escritura muy... ¿Literal, es la palabra? No me viene ninguna mejor. Básicamente que tu narración es muy objetiva. Das los detalles justos y necesarios para que el lector pueda visualizar lo que esta pasando en la cabeza, y describes lo que pasa tal cual pasa. Nada de esto esta mal, pero lo que tienes que hacer en mi opinión es evitar sencillamente narrarme hechos, entremezclarlo un poco con sentimientos y meter images más... interesantes, como estas intentando hacer más en este capítulo. El doble uso literal y simbólico de las puerta, la forma en la que describes a Yami cayendo en una pesadilla en vez de en el dulce sueño al que parecía invitar la noche...

Creo que vas por buen camino como escritora. En este capítuloen general ya no me estás pareciendo tanto un robot como en por ejemplo el párrafo inicial de tu prólogo. Te falta práctica (como a todos) y en mi opinión buscar ya no sólo epxpresiones, sino también como una forma de expresarte que sea más tuya, que no se sienta tan derivativa de otros textos. Ahora mismo creo que es el principal problema que le veo a este capítulo. Para esto por desgracia no sé que decirte. Creo que ponerte cualquier ejemplo concreto podría ser contraproducente, porque al final inconscientemente lo que a lo mejor estaría haciendo es influenciándote para que escribas de una forma que me guste más a mi. Y eso no puede ser. La primera persona a la que le tiene que gustar lo que escribes es a ti misma. Lo único que puedo decirte es que sigas escribiendo y que no tengas miedo a escribir una tontería si eso te ayuda a definir mejor tu propio estilo.

Ahora sí quería gritar, llamar a sus amigos para que vinieran lo antes posible y justo el miedo se lo impedía.
Lo último que te voy a decir es que aunque tu prosa es, desde un punto de vista estrictamente técnico, la mejor que hay en el foro ahora mismo, sigues teniendo frases que se pueden hacer un poquito engorrosas de más. Lee esta en voz alta. No fluye, sobre todo la parte final. Y además le falta fuerza. Soy muy pesado con este consejo, pero es que al menos en mi experiencia hace maravillas: lee en voz alta todo lo que escribas.

Sobre la historia en sí, a mí personalmente no me resulta demasiado atractiva, en parte porque no acabo de conectar con ninguna de los personajes. Estoy cogiendo la costumbre de mencionar en mis comentarios el momento en el que, si estuviera leyendo los textos expuestos para mi propio entretenimiento como lector, dejaría de leerlos. En tu caso seguramente habría leído ambos el prólogo y el capítulo 1 hasta el final. Lo que ya no tengo tan claro es que hubiera seguido leyendo los siguientes capítulos si no fuera para dar feedback. Por ahora tu historia no ha conseguido engancharme, es lo que quiero decir.
 
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